Si el zapato, si la piedra
Cuando un zapato pisa varias veces una piedra puntiaguda, y coincide en el mismo punto de la suela del zapato el pico de la piedra puntiaguda, la suela del zapato sufre las consecuencias de las reiteraciones de haber pisado la piedra puntiaguda. La piedra puntiaguda, en principio, no es mala: ella está ahí, nadie la ha puesto, ni ella ha querido estar ahí, pero está. Podría irse, aunque no tiene obligación ni ningún porqué. El zapato, en principio, tampoco tiene culpa de que el pie que está dentro sea el que es, pero tampoco puede hacer nada, sólo se deja llevar. Pero cuando un pie dentro de un zapato pisa varias veces una piedra puntiaguda, el zapato se desgasta, originándose una desaparición de la masa que compone la suela del zapato, lo que lleva al pie a sufrir el daño que la piedra puntiaguda hace con su punta malévola, aunque sin culpa.
Como yo.
Como yo.

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