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jueves, octubre 26, 2006

"No hay un corazón que valga la pena"

Todo el mundo lo sabe. Tenemos dos corazones, uno en el lado izquierdo y otro en el derecho, es evidente. El del lado izquierdo ya se imaginan, es el que late, el que bombea la sangre y hace que llegue a todos los rincones de nuestro cuerpo y, en definitiva, nos mantiene con vida. Es un poco repulsivo, a pesar de que la gente lo dibuje de una forma bastante curiosa, como una pica de un juego de cartas. Y es que no nos damos cuenta de que realmente estamos dibujando el corazón del lado derecho de nuestro pecho. Es él al que nos referimos cuando hablamos de sentimientos, de dolor, de amor. Es sin duda, el que dibujamos con esa forma y ese cariño tan especial, tan de niño y tan presente de adulto cuando el niño vive en nosotros. Así entonces debemos tener un cuidado especial con el lado derecho de nuesto pecho, que tanto descuidamos, y que obviamos porque el del lado izquierdo está latiendo con gracia. Por eso yo siempre escucho muy bajito cuando pego mi oreja en el cuerpo de alguien, porque busco ese otro sonido que tan débilmente vive en todos, que tan poco manifestamos y al que damos forma equivocadamente. Por eso admiro tanto a aquel soldado del que os narro lo siguiente:

Despiadado, arrogante, sádico y malvado. Mataba casi por placer, usaba
sus armas como si fueran sus hijos, a los que no quería y sólo eso, usaba. Si la
orden era abrir una brecha en la defensa enemiga, él abría todas las brechas
posibles, dejaba raso el camino para el batallón, aniquilaba con gusto. Se
relamía cuando el sufrimiento del enemigo era largo, agónico; y en la de un
camarada buscaba justificaciones sin ningún tipo de lamento, ocioso con un
cargador de la Desert Eagle .50, con la que arrancaba brazos a distancia, con el
sabor en la boca de una manzana recién tragada, que le recordaba tanto al
perfume del que se impregnaba la última adolescente a la que había violado.
Nunca lo habían herido, para eso bien se guardaba el cuerpo con los antibalas de
última generación, fabricados con el material que usa una araña para tejer su
tela de araña. Y nunca un sentimiento de culpabilidad, desesperanza o
desasosiego, porque tenía un secreto: había descubierto el segundo corazón, y se
lo había arrancado.

1 Comments:

Blogger Fernando Tallón said...

El corazón de los sentimientos no es más que una mera representación, simbolismo puro. Realmente es una parte de nuestro cerebro, que muchas veces se escapa del control de la razón y que nos hace hacer estupideces

:)

3:19 a. m.  

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