Acaba de una vez conmigo
Al acabarse todo lo que había entre ellos se acercaron, se respondieron a las preguntas que no se hicieron y se resguardaron del frío. Pero el frío supo más, y entre la puerta y el suelo dejaron correr la suficiente cantidad de aire como para congelar los corazones de David y la duende. Ella saltó por la ventana como cada mañana, pero esta vez la vuelta sería imposible. David se hizo mayor.

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