Sírvase usted mismo, pero pague antes de irse

Nombre:

viernes, mayo 25, 2007

Suicidio

Te eché de menos.

Intenté que no, procuré refugiarme en mis palabras, en mis desdichas a tu lado, en tus caricias maldadas. Pero se me encoge poco a poco el círculo que creé, me aprisiona y deshace lo que me obligaste a forjar para ser un ciego. Me dejaste sordo, pero no mudo, me dejaste ciego, pero tú veías, me encarcelaste dentro del recuerdo, pero tú sentias, aun teniendo al lado, en tu cama, en la que nunca fue la mía.

Me venciste, me derrotaste y todavía quieres verme arrastrarme, no te es suficiente. Hasta cuándo, acaso no me ves llorar.

La única forma de suicidio es para borrarte de mí.

sábado, mayo 12, 2007

50

- Es cierto, dijo el payaso, es cierto todo lo que dices.
Es verdad que mis manos agarran con fuerza, pero delicadas
y tampoco deja de ser real que me oprime este dolor
en los paseos que da mi mente de madrugada,
acobardado frente a una ciudad que ya ha tenido suficiente.

Ha tenido bastante con mis risas, mis caricias,
harta de verme bailar y cansada.
Me vio sonreír y reírme de ella, sus tejados que besé,
sus cornisas que abracé suspendido sobre nada.
Con mi cara de azul y opaco pintada, ya olvidada.

- Tienes razón, comentó, cuando vomitas mis discursos
como quien deja marchar a un amigo sin pesar.
Sí, claro que estás en lo cierto cuando, airado,
y yo distraído, como siempre, me vienes a retar
sabiendo que ganarás, que ya me has ganado el pulso.

Esta ciudad ya ha tenido suficiente conmigo,
y yo entre indignado, acobardado, reprimido
por mis ganas de fluír desde las paredes
que me han visto deambular, errante herido
agarrado a las farolas para alimentarme de su luz.

Por eso ahora te dejo en paz, por eso ya me callo,
porque hemos pasado demasiado tiempo,
yo pisándote, tú sin dejarme beber de tus fuentes,
o dándome una sombra que me impedía ver el sol
que sigue radiante arriba muy caliente.
Y espiando a la vez en tus esquinas mis tristes miradas,
mis malos momentos y poniendo a prueba mi agotada
capacidad de recuperación a la que machacas sin escrúpulo,
ciudad maldita, ciudad maldita, ciudad maldita te abandono
ni por mí, ni por ti. Te abandono porque hace demasiado frío.

viernes, mayo 11, 2007

Habitación con ventana al pasado

Dentro de ti cabe cada trocito mojado de las fotos que dejé apartadas en un cajón de nuestra habitación. Dentro del cajón cabe, a su vez, cada escalón que me llevó a conocerte de a poco, a tientas sobre el suelo de madera astillado, con olor a viejo, como los cojines de terciopelo que arrastran el polvo de los años. Ese áspero sentimiento de marchitado, los cristales rotos de la casa de en frente que tanto miedo dan, y protegido por el cristal de nuestra ventana que sí permanece intacto, oponiéndose al viento que va amainando y yo tumbado encima de las sábanas que un día conociste. Mi estado soñoliento es, a su modo, tus ganas de vivir, mi flaqueza y mi desidia componen tus notas más alegres, mientas que la música va menguando en tu ropa interior, y va creciendo la tempestad, como un espejo cóncavo enfrentándose a un gigante. Se quiebra mi voz, volviéndose ronca y atractiva, mis ojos se agrietan, tornándose en cobres, y mi lengua sufre la petrificación cada vez que el teléfono parece sonar en mis sienes, tambaleándose toda esperanza de una pronta recuperación de mis quejas y caricias al aire cargado que respiro.